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Viajar sola en busca de propósito: mis 5 aprendizajes (como mujer)

Actualizado: 16 sept


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Hace casi dos años di el salto: me fui sola a Australia. Tenía una amiga allí, sí, pero el viaje lo emprendí sola, desde el corazón, sin plan cerrado pero con muchas ganas.


Ahí empezó mi camino: vuelos, formaciones, países desconocidos, gente nueva… y, sobre todo, comenzaba el viaje hacia mi misma (que ni yo misma en ese momento sabía)


Quiero compartirte cuáles han sido los 5 mayores aprendizajes que me han regalado viajar sola:


1) Investigar para viajar con calma


Es bonito emprender camino sin saber, es más, es lo que lo hace más emocionante, cuando te suceden cosas inesperadas y lo que te hace crecer, pero, independientemente de eso, a mi me ha ayudado a ganar seguridad investigar sobre un lugar antes de ir: Empaparme de la cultura, leer blogs, escuchar historias e investigar todo lo que puedo: 

→ cómo se vive allí 

→ zonas seguras 

→ costumbres que debo respetar 

→ cómo moverme y qué evitar


Por ejemplo, antes de emprender mi viaje a Bali, investigué TODO tipo de cosas. (Averigué que era uno de los lugares mas seguros del mundo!)


y, lo corroboré:


Allí me sentí libre, conectada y profundamente cuidada. La gente es admirable; más allá de lo material, no he conocido personas más agradecidas y alegres a pesar de sus circunstancias. Me enseñaron a mirar lo pequeño, lo que de verdad merece la pena: un rayo de sol besándome la cara por la mañana; un atardecer con el sonido del mar rompiendo; observar cómo preparaban las ofrendas cada día con una delicadeza infinita; sus miradas limpias, su amabilidad y su generosidad.

Eso fue lo que encontré: bondad.


2) La meditación como ancla 


Cuando viajas sola, tu brújula es la intuición. Meditar a diario me ayudó a:

  • sentirme segura dentro de mí,

  • conectar conmigo en profundidad,

  • reducir la ansiedad en momentos difíciles,

  • afinar mi intuición día a día.


Aprendí que, estés donde estés, si tienes una práctica interna, tienes un hogar.


3) La intuición se activa (y se fortalece) 


Viajar sola es una escuela intensiva.

Decides, observas y escuchas esa vocecita que dice “por aquí sí” o “mejor no”. Aprendí a confiar más en mí, a ser más práctica y resolutiva, y a reconocer cuando algo no vibraba conmigo aunque no hubiese una razón lógica. Cuando estás sola, tu intuición se afila mucho más porque la necesitas.

Y una vez se despierta… ya no hay vuelta atrás.

Es como la mente, una vez se expande, no hay vuelta atrás.


4) Siempre vas contigo


No importa si estás en India, en Australia, en Bali o en la conchinchina: tú siempre vas contigo.

Si estás bien, lo disfrutas. Si no, el paisaje no cambia tu estado. El viaje más importante no es hacia fuera: es hacia dentro. 

Aprendí a estar conmigo en el silencio, a encontrar mi hogar en mi cuerpo y a sentirme acompañada aunque no hubiera nadie.


5) La confianza nace de la experiencia


Cuando logras resolver algo sola...

Cuando superas un miedo...

Ahí nace algo muy poderoso: confianza en ti misma.


Una confianza que no viene de los demás, ni de lo que aparentas.

Viene de saber que puedes con lo que venga, porque ya lo has hecho.

Viajar sola me regaló eso: la certeza de que soy capaz.


Y eso… nadie me lo quita.


Mi conclusión


Viajar sola no es solo una aventura. Es una escuela, un espejo, un salto hacia dentro.

Y si tienes la oportunidad de hacerlo, aunque sea una vez en la vida…Hazlo.

Por ti.

Para ti.

Con todo tu ser.



Os veo en el siguiente blog.


Con todo mi amor,


Clau.


 
 
 

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